Este año corrí mis primeros 21K. Tres semanas después, me lancé a los 21K de la Maratón de Santiago y, con el impulso de la experiencia, me dije: "Listo, me inscribo para la Maratón de Buenos Aires"
A pesar de tener una buena base de entrenamiento, sabía que me estaba saltando algunos pasos, así que decidí hacer un plan de entrenamiento de 20 semanas.
Fue en ese momento que contacté a la Vale (valeargandona) y juntas comenzamos el proceso.
Crecí siendo atleta, con un papá maratonista.
Conozco de cerca el deporte, la disciplina y el sacrificio que conlleva. Mi papá me advirtió: "Entrenar para un maratón es duro", y claro, no se equivocaba.
Las primeras semanas fueron casi mágicas. Me despertaba feliz y ansiosa por enfrentar cada entrenamiento. A las 6 a.m. ya estaba corriendo, y a las 7:15 ya me estaba duchando para llegar al trabajo a las 8. Me sentía invencible. Probaba ritmos, siempre buscando ir más rápido, calmando la ansiedad con cada kilómetro recorrido. Pero claro, apenas estábamos comenzando.
Aunque soy una persona que disfruta de la disciplina, hubo momentos de cansancio. Días en que el cuerpo pesaba más de lo habitual, o en los que simplemente quería seguir durmiendo. Hubo tres semanas en las que tuve que aumentar el descanso porque mi cuerpo lo pedía. Pero después de esa pausa, volví al 100%.
Mis entrenamientos favoritos siempre fueron las series y los fondos largos
En las series, volvía a conectarme con mi yo atleta, con la niña que corría con zapatillas de clavo en la pista de recortán, desafiándose a sí misma con cada zancada. Me encanta correr rápido. Y los largos… esos me hacen sentir poderosa, especialmente al darme cuenta de que soy capaz de correr tantos kilómetros.
Sin embargo, el miedo apareció tres semanas antes de la maratón. Tras completar un fondo de 32 km, terminé con el tobillo hinchado. Arrastraba una periostitis mal cuidada y la irresponsabilidad me pasó la cuenta. Fui directo al kinesiólogo, quien me advirtió que estaba al borde de una fractura por estrés. Me aseguró que iba a correr el maratón, pero me advirtió que necesitábamos una terapia intensiva y reducir la carga del entrenamiento. Seguí al pie de la letra sus indicaciones y la lesión dejó de molestarme.
Siempre supe que correría la maratón, que la disfrutaría y que todo iría bien. Pero un pequeño vértigo de incertidumbre siempre estuvo presente, sobre todo porque nunca había pasado del kilómetro 32. La Vale me dijo: "Es solo un fondo más, con un par de kilómetros extra". Y eso fue lo que pensé cuando dieron la largada, confiada en que lo más duro ya lo había hecho. Ya me había despertado tantas mañanas a las 6, ya había corrido todos los kilómetros. Ya había corrido el maratón, ahora solo faltaba cruzar la meta.
Por Victoria De Gregorio
Actriz Chilena | Corredora Aficionada
Debut | Maratón de Buenos Aires 2024
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